Nudistas

Me molestan las palomas, las espanto; hacen un ruido insoportable. Se murieron mis plantas y la baranda del balcón está manchada. La de arriba tira baldes de agua. El del frente se masturba con la ventana abierta.

Le excita que lo miren. Se muestra para la chica de abajo. Ella debe verlo. Quizás ella hace lo mismo. Quisiera saber si se excita. Yo creo que sí. Su departamento está a nombre de Beatriz Cohen. Las judías son libertinas. Me recuerdan a comidas con gusto a cebolla.

Él tiene un hijo y una mujer; Beatriz vive sola y no debe expensas. Mi vecino se muestra en vacaciones de invierno y de verano. Es un pajero estacional. Lo hace cuando la familia se va y él queda solo en Buenos Aires. 

Lo imagino en su oficina, todo el día esperando volver a su casa para desnudarse y masturbarse en su baño. Se lo puede ver a través del cuarto del chico y de un pasillo. A veces en su propio dormitorio. Otras en la habitación del hijo. Depende de donde se encuentre la judía de abajo. La sigue.

Una mañana lo espié, lo vi cambiarse. Usa saco azul con botones dorados y pantalón color crema. Le describí la forma de vestir a Huguito, me dijo que era un dandy. El vecino agarró sus llaves, entendí que se disponía a salir. Tomé las mías y salí con prisa hacia la calle.

Su edificio está en la misma manzana, sobre la avenida Pueyrredón. Conté los pasos hasta la esquina de Barrientos y Peña desde la puerta de mi casa. Siempre cuento los pasos. Hasta lo de Ivonne son 1034 pasos (aunque a veces hago menos). La manzana es un cuadrado. Nuestros departamentos, son dos puntos en catetos opuestos equidistantes del que los vincula: la distancia desde mi casa a la esquina tiene que sumar la misma cantidad de pasos que desde la suya hasta la esquina de Pueyrredón y Peña. Simulé que esperaba el colectivo. Lo espié desde en frente. No sé donde van todos estos colectivos.