Pan duro


El domingo comí costillitas asadas. No recuerdo cuantas comí, me detuve en el momento en que mi estomago hinchado comenzó a arder. Esperando que me trajeran una ensalada de frutas tomé un pan de entre algunos que había agrupados en una panera de plástico amarilla. Hasta entonces no los había tocado. Por aburrimiento intenté abrirlo. Estaba duro, muy duro. Hice fuerza hasta hacerlo migas en la mesa. Tomé algunos pedacitos, los pasé por la grasa que dejó la carne en el plato y luego me los comí. Me dieron ganas de comer más carne, pero no lo hice.
Recordé cuando era un adolescente. En el colegio se hablaba de la barra de “Pan Duro”. También se hablaba de una banda rival, la bandita de Arenales. Fernando Achaval decía ser amigo de “Pan Duro” (creo que realmente lo era). Recuerdo que una vez me lo señalaron. Era normal, tenía rulos.
Todos los fines de semana surgían nuevas anécdotas sobre peleas y corridas con la policía. La única que todavía recuerdo es la que le dio el nombre a “Pan Duro”. Todo el mundo sabía que “Pan Duro” iba a un colegio de expulsados, y que le decían de esa manera porque le había metido un pan duro a su novia.

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