Hace años que no voy al campo. No me gustaría contaminar todos mis recuerdos: las mandarinas; los huevos de las gallinas, las plantas y flores, la cacerola y el palito revolvedor; la sombra del tilo; la pelota y la raqueta, el pijama y la mañana helada, el frontón gris y sus enredaderas; el olor de los fardos y el combustible de las cocheras; recuerdo los perros y las comadrejas con sus colas enredadas; los alambrados, uno detrás de otro hasta el camino; el canto de las cigarras, los pavos y los cerdos; pintar los bordes de la pileta en verano, rastrillar el musgo y lijar las paredes; la luna y los árboles azulados; los chimangos y la escopeta de mi padre; los cazadores sin permiso; los eucaliptos y las vacas; el barro y las botas de goma enterradas; los viajes en camioneta; el gusto ácido de los quinotos y las manchas color mora; mamá atenta a mis zambullidas; mi padre y sus historias; papá y el mundo; Mi madre conmigo y mi padre con nosotros.
El empleado en su choza maloliente, sus zapatos rotos, sus hijos sucios y transpirados, mirando desde lejos cómo los terratenientes se bañan en la pileta.
ResponderEliminarMientras Elba, su mujer, baldea las galerías
ResponderEliminar