Me saqué los zapatos. Me senté contra el respaldo de mi cama buscando absoluto silencio. La noche se hizo negra. La ausencia de luz era total. Me encontré sumido en un estado de ingravidez muy extraño pero agradable. En un instante me encontré aterrado. La oscuridad se movía a mi alrededor. Podrían haber sido espíritus. Me sentí inmensamente insignificante y me puse a rezar. Hace años que no lo hacía.
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