El Miratetas


Su piel tiene manchas y muchas arrugas. Su ventana parece un balconcito. Allí se queda todas las tardes con los codos en la baranda, mirando a la gente que pasa.
Era de día. Nunca la veo de día. Ivonne quería caminar. Dimos varias vueltas a la manzana. Siempre que salgo a caminar doy vueltas a la manzana. A veces voy hasta lo de Ivonne y vuelvo.
Me gusta estar con ella. Tiene una gran puerta verde. La veo los sábados por la noche. Camino por Peña tres cuadras, cruzo y doblo en Juncal. Luego son dos cuadras más.
Ivonne estimó que el viejo arrugado tendría más de noventa años; yo creo que podría tener más de cien. Él le miró las tetas, en cada vuelta que dimos a la manzana. Yo lo miraba. El anciano no me miraba. Sólo miraba las tetas. Ahora le digo “el miratetas”. Otro día pasé sin Ivonne, tampoco me miró. 

3 comentarios:

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  2. También soy un miratetas, qué tanto. ¿Hay algo mejor que explorar y experimentar métodos para mirarlas impunemente?

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